El ex presidente uruguayo, referente de la política latinoamericana, dejó reflexiones profundas sobre el negocio y la desigualdad que genera el fútbol en el mundo del deporte.
José Mujica, quien ha sabido ser presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, falleció este lunes tras luchar contra el cáncer durante un año y dejó un legado de pensamientos crítico sobre la política, la economía y también el deporte. En una de sus últimas entrevistas, compartió una visión muy clara sobre los contrastes del fútbol actual, que generan total desigualdad desde el lado económico.
“Los sueldos de algunos jugadores de fútbol ofenden, sobre todo por cómo están nuestros pueblos”, había declarado en Radio Rivadavia, con una clara posición contraria al comercio de esta disciplina que mueve masas en el mundo.
El histórico dirigente del Frente Amplio explicó que, a su entender, los jugadores se convirtieron en ejes de un sistema mucho más amplio. “Los jugadores son el pretexto para una movilización económica que gira alrededor de ellos. Ellos no pueden escapar a la realidad de nuestro tiempo”, aseguró. Luego agregó que el fútbol moderno se transformó en un negocio que contiene algo de arte y magia, pero que responde a una lógica donde hasta los suspiros se vuelven mercancía.
También reflexionó con crudeza sobre las dificultades estructurales de su país. “No tenemos masa crítica. Si miran nuestras canchas, antes de la pandemia estaban vacías. No hay recursos para sostener el profesionalismo moderno”, advirtió con seguridad. Además, subrayó que aunque Uruguay cuenta con talento, “la diferencia con los países desarrollados se hace cada vez más grande”.
Pero en tono distendido, también se animó a contar recuerdos de su juventud vinculados al deporte y habló de la pasión que tiene por el fútbol. “Jugaba de entreala, pero era malo, eh… muy malo. Daba muchas patadas y me daban también”, confesó entre risas. Además, se definió como simpatizante de Cerro, un club modesto del fútbol uruguayo: “Estoy acostumbrado a perder, pero soy hincha por localismo”.
Su vínculo con el deporte no se limitó a la pelota. En su adolescencia, Mujica practicó ciclismo bastante tiempo, aunque no le fue muy bien. “A los 12 o 13 años había un boom de bicicletas. Anduve hasta los 18, cuando una piba me rompió el corazón y tiré todo al diablo”, contó con una mezcla de humor y nostalgia.
El fallecimiento de Mujica deja un vacío no solo en la política, sino también en la voz de quienes analizaban el deporte desde una mirada social y humana. Después de un año de lucha contra la enfermedad, sobre la cual confirmó que no tenía solución en enero de este año, el mundo lo despide en masa a sus 89 años.